Pocas veces he hecho ejercicio en mi vida, nunca de manera constante y sin medidas coercitivas de por medio.
Como se dejará ver en los próximos números la única disciplina que ejecuto a plenitud es el zapping, por lo que mi porcentaje de grasa corporal está llegando, cada vez más, a niveles preocupantes. He de decir, sin faltar a la verdad, que he intentado hacerme a la idea de que algún día no muy lejano deberé encontrarle una solución a mi adiposo problema y como las dietas no se me dan, he puesto mis ojos en la actividad física.
Hace un par de semanas en un arranque de entusiasmo (tan limitado en estos días), decidí tomar mi primer clase de zumba. Zumba fue la que me llevé después de sólo una hora, tanto que aún no recuperó mi movilidad al cien por ciento.
Al ritmo de música disco, salsa, quebratida, reggaeton y muchos etcéteras, sufrí cada instante de la bendita clase y mi ritmo cardíaco se aceleró al grado que dos veces clamé por "¡mis pastillas!". Creo que tendré que posponer mis buenos propósitos para otra ocasión en que sí tenga la decisión suficiente para expulsar el hígado por la boca.
