Friday, April 25, 2008

Carta al artista callejero con cara de decente.

Joven artista, aunque la mañana en que me tope contigo estaba adormilado y el ritmo de la ciudad no hacía sino acrecentar mi somnolencia, debo decir que me devolviste la fe en la humanidad.

A pesar de los ruidos propios del tráfico, el cotilleo sin sentido de dos ancianas y el crujir del motor de la unidad del transporte público en que te escuché, no tuviste más que tocar la primer nota del invierno de Vivaldi para que toda la expectación se centrara en ti.

Por un momento todo pareció seguir tu melodía, incluso el tránsito empezó a avanzar regularmente como queriendo que no te detuvieras, es más, tu melena cegeachera se movía con el candor del aire. Sin embargo el encanto terminó.

Las ratas dejaron de seguir al flautista, y lo peor es que fue por tu propia voluntad. En un intento pragmático por conseguir donativos la segunda pieza de tu repertorio fue ¿Por ti volaré?

Afortunamente llegó el momento de bajarme del autobús, pero me imagino que después hubiera seguido “My heart will go on” o el tema de Ventaneando.