Wednesday, July 15, 2009

"I've always depended on the kindness of strangers"

Este es el parlamento final de Blanche DuBois en la obra "Un tranvía llamado deseo" de Tennesseee Williams, una frase que en los últimos días ha tomado un sentido diferente en mi vida.
En la obra, Blanche la emite cuando el personal de un psiquiátrico viene a recogerla; yo la aplico para la situación límite que viví recientemente con el grave estado de salud de la autora de mis días. Es increíble que cuando gritas desesperadamente la gente más sensible no son tus allegados, sino quien por casualidad comparte un momento contigo.
En el hospital he encontrado consuelo en la gente más insospechada, gente que ni siquiera habría notado de no ser por su esfuerzo por darme esperanza, por distraerme un momento y servir de cartarsis para mi dolor. Una mujer madura de una edad incalculable vivió los útlimos días de su propia madre preocupada por la mía, una paciente de urgencias dejo aparte su dolor para asistir a mi "má" ante la indolencia del staff, los mismos hijos de esta señora se mantuvieron al pendiente de su evolución.
He recibido conmiseración y alivio, y sin faltar a la verdad, la mitad de una torta de huevo que me alimentó el alma de fe en la humanidad.
No puedo ser ingrato con mis amigos que han alzado la mano para ofrecer lo necesario, con mi familia que viviendo su dolor me han tendido la mano y su implacable juicio, con la vida por aplazar la separación que inició en el parto.
Gracias.