Tuesday, April 15, 2008

La emoción del primer día

Pues sí, hoy es oficialmente el primer día de este blog.
Este principio me remite a todas las veces que he tenido que empezar algo durante mi ya no tan corta vida, y reconozco que, exceptuando las cosas que se inician naturalmente, la noche en que anticipamos ya el comienzo de nuestra nueva aventura resulta casi una pesadilla.
Como niños el 5 de enero, nos emocionamos imaginando esa entrevista de trabajo que podrá cambiar nuestro destino profesional, el momento en que, ¡por fin!, decidimos externar nuestros sentimientos ante el objeto de afecto o, incluso, la entrada del maestro con fama de inconquistable que guiará nuestro aprendizaje por el próximo semestre.
Huelga decir, el sueño no se presenta. Por más vueltas que demos en la cama y aunque las sábanas empiecen a tejerse en una especie de trenza, nuestros párpados parecen repelerse cual polos positivos. Imaginas lo peor: por no poder dormir se te va hacer tarde, te quedarás dormido durante el importante evento, o te van a dar de desayunar huanzontles capeados del día anterior.
Es entonces que decides aprovechar ese tiempo, enciendes la lámpara del tocador y reinicias la lectura de la página 64 y 1/3 del último libro de Carlos Cuaúhtemoc Sánchez, tratas de comprar en cv directo el tofupil para tus bochornos nocturnos o escuchas la profunda voz de un intenso locutor de radio despidiéndose de sus "aliados de la noche". Automáticamente, te quedas dormido.
Efectivamente, se ha inventado el antídoto infalible para el insomio.