Monday, June 22, 2009

Vedetteando



Cuando sales de la universidad sientes que mueves la nalga mejor que Angélica Chaín, que tocas el violín mejor que la Breeskin y haces burbujas con tus partes íntimas. Tu capital son los sueños de cabaret que aún conservas a pesar de que todo el mundo se ha empeñado en arrebatártelos; ansías el día en que, ¡por fin!, partas la pista con los pasos que has ensayado por años… la ovación de pie, frente a ti las luces.
Si un burlesque de Las Vegas es la entera satisfacción, participar en sexicomedias del cine nacional o actuar en palenques y tables dance de la provincia son opciones de una lista en que el final lo marca aparecer como nota principal en “La Oreja“. Este último es mi estado laboral.
Mi trabajo está relacionado pero no es exactamente de mi campo profesional, hay poca actividad y menos motivación. Recientemente, la empresa en que trabajo ha sufrido transformaciones que culminarán en la reducción de mi departamento en dos terceras partes, y tengo tan mala suerte que no estoy entre los elegidos… para marcharse. Tal vez ese sería el gatillo que mi vida necesita.
Entre tanto, con mi flamante puesto de “Especialista de Emisión” cavilo sobre los cambios inminentes entre los que se encuentran mayor responsabilidad en cuanto a la transmisión o manejar una cabina que pareciera que va a despegar. Lo cierto es que aún nadie responde a mi interrogante, ¿aún me pagan con botones rotos, quintos para el teléfono y dulces de envoltura pegajosa?